Archivos para julio, 2012

Non habemus cosecha

Publicado: julio 4, 2012 en Artículos

Grupo PRISA, en el año 2025

El periodismo es como cualquier otra profesión y, sinceramente, a veces uno tiene que realizar grandes esfuerzos psíquicos y espirituales para no sentenciar que la profesión de la tinta y el papel está echa trizas, en vías de extinción me atrevo a decir. Se está sembrando en el periodismo algo que ninguna sociedad culta y preparada de verdad querría cosechar, pero que sin duda será acogido gustosamente por gran parte de los españoles que pertenecen a un subgrupo de la sociedad actual (es un grupo de la población más numeroso de lo que pueda parecer y por tanto es una situación muy preocupante), al de los ya archiconocidos «lectores borregos», sí, el tan necesario lector borrego, aquel que en un acto de mínima exigencia personal y llegado el día compra el primer panfleto que pilla con una venda en los ojos, una venda que ni le interesa quitarse. Es más cómodo dejarse llevar por las emociones y por el corazón que ser un gran científico, o que ser un gran ingeniero o arquitecto, o que coger un libro e investigar. Ése mantra es parte de esta España, sí amigos, hasta en la televisión hemos llegado a ver que un paleto borrico puede sentirse orgulloso de serlo, seguro que sabéis de quién os hablo. Creo que es un claro síntoma de putrefacción del mundillo mediático-informativo que toda esa tinta emborronada a la que hoy llaman «artículos» y «columnas» sea tragada única y exclusivamente por el citado subgrupo.

Por culpa de esos “cuatro” individuos -terroristas de la tinta más bien-, se dice que el periodismo riguroso y de calidad está sufriendo daños serios en su imagen de cara a los lectores. Ojo, yo no tengo tan claro que sean cuatro, al contrario, son cuatro los legibles que quedan, y cuidado, lo que vemos ahora sólo es el principio de un proceso de lenta pero progresiva decadencia del periodismo. Sea entre la prensa deportiva, noticias, corazón, etc, la caspa abunda y se extiende sin control. El cloroformo que irremediablemente inunda las principales arterias del periodismo patrio se derrama a diario dando lugar a verdaderas escenas totalmente censurables sobre todo en las famosas tertulias televisivas, es algo grotesco, e insisto, me da igual que sea prensa deportiva o del corazón, son de similar ralea en una amplia mayoría. ¿Minoría? No, no son una minoría, crecen como brotes verdes y en condiciones óptimas de mínima exigencia y eso es precisamente por la fauna que les da sombra y los cobija, los juntaletas actuales. De diez periodistas de un gremio concreto puedes contar dos que se pueden salvar, el resto es relleno costroso y feo. Generalizar siempre será un error porque desde ya digo que esto es como cualquier otra profesión, hay de todo. Lo que hay que hacer es inculcar a los nuevos periodistas algo totalmente distinto y alejado de lo que por ejemplo los Roncero, Segurola, Ramón Besa, J.J. Brotons y cia representan. El proceso ha comenzado y la descomposición neuronal se extiende a través del sistema nervioso central de la profesión -y de España también-, curiosamente lo hace sin tener que enfrentar fuerza de resistencia alguna. ¿Qué mejor prueba y síntoma necesitamos para comprobar lo decadente que es el sistema educativo español?

Las nuevas generaciones de periodistas salen del cascarón y lo hacen rodeados de mediocridad, de cafres juntaletras que además se muestran orgullosos de ser parte importante de una lacra de carácter nacional, la peor de todas ellas y de más gravedad que una crisis económica mundial, la del deterioro de un sistema educativo que desprende un olor dulzón, como almendrado. Desgraciadamente la educación, el culturizarse, el reciclarse y el aprendizaje contínuo son cosas infravaloradísimas en nuestra patria, llegando a estar el pico y la pala -el maldito dinero- en posiciones adelantadas en el ránking de obligaciones morales del subconsciente colectivo de los españoles, en su gran mayoría, mayoría que cada día que pasa se supera en número. ¿De verdad podemos depositar nuestras esperanzas en los nuevos periodistas que nacen bajo la sombra y cobijo de semejantes plumas, tan «brillantes» ellas? Lo dudo mucho, dudo mucho que la cosa vaya a mejor, como mucho seguirá siendo igual toda la vida y como protección habrá que vacunarse con «neuronina», el nuevo medicamento -vía inyección- para los que quieran ser salvados del apocalipsis zombie que sufrirá el periodismo. Te acercarás a la frutería del súper (destrozado por la avalancha zombie), observarás las «manzanas» y si ese día tienes suerte podrás alcanzar de puntillas una de las «frutas» aún sin gusano para después marcharte corriendo de allí, antes de que cualquier tipo de acto terrorista escrito orquestado por los nuevos Segurolas pueda destrozar tus ilusiones.

Lo que peor me ha sentado del bulo Iniesta, no es ya la mala calidad del periodismo que se ha mostrado ahí, sino también la calidad de Twitter. Preocupante es lo que tan sonrojante episodio ha reflejado. Muy preocupante. Ha reflejado a una sociedad -o gran parte de ella- enferma, adicta y vulnerable al chismorreo sin fundamento ni base, a los frutos envenenados. Sin duda muchos españoles han igualado el grado de enfermedad que muestra gran parte de la sociedad británica. Allí tiene el «The Sun», el «Daily Mirror»… Aquí tenemos el «As», el «Marca», «El País»… Lo dicho; queda poco y de muy mala calidad que se pueda cosechar y no me quiero imaginar qué tipo de engendros traerá consigo el montruo alimentado por el «periodismo» talibán actual. Terrorismo en estado puro.